miércoles, 20 de diciembre de 2017

Cuando las canas aparecen antes de colgar las botas




‘Penna bianca’. Así es como apodaron los tifosi de la Juventus de Turín a Fabrizio Ravanelli, un espigado delantero centro italiano que se hizo famoso en la década de los noventa. Internacional por la ‘azzurra’, sus canas le popularizaron -de ahí el mote- y también por ser el primero en esquivar la tarjeta amarilla al quitarse la camiseta para celebrar un gol levantándose la elástica de la Vecchia Signora por encima de la cabeza y echar a correr hacia la grada. Su celebración aún es imitada por jugadores de todo el mundo y sus canas, por supuesto, también son recordadas.



No hace falta remontarse al siglo pasado para comprobar que el pelo cano sigue presente en los terrenos de juego. Basta con fijarse en el mago de Fuentealbilla, Andrés Iniesta, en el holandés Van Persie o en el francés Jeremy Toulalan, a quienes también han empezado a peinar canas antes de colgar las botas.



Estamos ante un fenómeno natural que nada tiene que ver con la cabellera blanca que luce actualmente Robert Lewandowski, el delantero polaco del Bayern de Munich, o con la que se presentaron Neymar Junior y Leo Messi al principio de la pasada temporada. Eso es cuestión del color, tintes, como antaño Santi Cañizares, de quien siempre dije que recurría a una de las mejores tinturistas para conseguir ese blanco platino perfecto.
Cuando hablo de las canas, invariablemente he comparado a mis compañeros peluqueros con los diplomáticos. Así lo plasmo en el libro ‘Cómo triunfar en la era de la imagen. Claves psicoestéticas para el siglo XXI’. No es que tengamos que resolver problemas que surgen en las altas esferas pero sí debemos encargarnos del cuidado de otros: los que aparecen por encima de nuestro cuello, en especial, la canicie. ¿Son síntoma de vejez o de belleza madura?



Está claro que los futbolistas anteriormente citados lucen con naturalidad ese blanqueamiento progresivo de su pelo pero, ¿qué hacemos si alguno se preocupa? Detectar el origen es el primer paso para poder ofrecer una respuesta. El estrés, el entorno, el trabajo… son factores que afectan al cabello y pueden provocar la rápida aparición de canas. Tenemos dos claros ejemplos muy recientes y por todos conocidos. ¿Recuerdan el cabello de Barack Obama cuando llegó a la Casa Blanca? En ocho años pasó de no tener una sola cana a ver cómo su cabellera se poblaba de pelos blancos. Lo mismo le ocurrió a Luis Enrique. Dos temporadas en el banquillo del FC Barcelona le generaron un avance de las canas que cubrieron el 75 por ciento de su cabello.



Tampoco podemos obviar, claro está, el componente hereditario. Según estudios realizados por diferentes laboratorios, aparecen por la falta de actividad de la tirosinasa en los melanocitos del pelo. A partir de ahí hay infinidad de soluciones para devolver al pelo su anterior color, aunque nos referimos a productos que tienen un cierto periodo de caducidad.


Quienes rehúyan de estos tratamientos deben tener en cuenta que entre los hombres más atractivos del mundo siempre se encuentran algunos de pelo blanco, es decir, caballeros con una imagen personal impulsora (IPI). Podemos citar a George Clooney o Richard Gere y, si regresamos al mundo del fútbol, a Favio Cannavaro o a Michel, actual entrenador del Málaga Club de Fútbol. Ya se sabe, la cana es bella.



Artículo correspondiente a "La tijera", columna semanal del periódico La Nueva España 














Ramiro Fernández Alonso
Psicoesteta


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miércoles, 13 de diciembre de 2017

El deporte español sigue conservando su buena imagen Nadal, Márquez o Mireia Belmonte son los mejores embajadores del país



Cuando llega esta época del año en la que uno arranca la última hoja del calendario, envía y recibe mensajes cargados de buenos deseos y esperanzas renovadas y las calles de las ciudades se pueblan de adornos navideños, es costumbre echar la mirada atrás y hacer balance del ejercicio. Quienes me conocen saben de mi afición al deporte y de mi pasión por la psicoestética y la imagen personal, oficio al que llevo dedicado más de medio siglo de vida.


En primer lugar, cabe felicitar a nuestros deportistas por mantener el nivel, seguir cosechando éxitos y conservar ese talante que los convierte en nuestros mejores embajadores en el extranjero y en ejemplos a quienes, especialmente la juventud, imita e idolatra. Es curioso constatar que el tenista Rafael Nadal es un ídolo de masas en Australia, que el golfista Sergio García es todo un referente en Inglaterra, que el jugador de baloncesto Pau Gasol es una estrella en Estados Unidos, que el motociclista Marc Márquez es admirado en Argentina o si nos fijamos en las féminas, cómo Mireia Belmonte arrastra masas cada vez que pisa Holanda, la jugadora de bádminton Carolina Marín es admirada en China, Lidia Valentín hace historia en el Mundial de Anaheim (Estados Unidos) o cómo lloraron en Alemania cuando recientemente la atleta Ruth Beitia anunció su retirada definitiva. Son sólo algunos nombres y algunos ejemplos de países, pero la repercusión mundial de las gestas de los deportistas españoles no entiende de fronteras y su fama y popularidad va más allá de una bandera.


Al talento en sus diferentes disciplinas unen esa educación y humildad propia de los verdaderos número uno. Ese carácter y esa actitud que les ha permitido repetir triunfos tras épocas más oscuras. Como decía el profesor Carles Muñoz Espinalt, padre de la psicoestética, "es ganador el hombre que después de un fracaso vuelve a la lucha; el fracasado es una persona que no ha intentado nunca nada más".


Algunos de nuestros deportistas no sólo han vuelto a la batalla sino que han logrado saborear de nuevo las mieles del triunfo sin que eso haya supuesto cambio alguno en su manera de actuar y dirigirse a sus millones de seguidores en todo el planeta. Es el caso de Rafael Nadal, quien tras perder en enero la final del Open de Australia frente al eterno Roger Federer no sólo recuperó el primer puesto en la ATP sino que se llevó en verano su décimo Roland Garros. En este capítulo no quiero dejar sin citar al gijonés Pablo Carreño. Su irrupción entre los mejores tenistas del mundo tuvo su punto álgido en el último US Open, donde rozó la hazaña y nos mantuvo en vilo hasta el último punto. Es la gran esperanza del deporte asturiano y confío y espero que pronto sea una realidad si es que no lo es ya. Tampoco puedo olvidarme de Julen Lopetegui, el actual seleccionador nacional de fútbol. Desde su llegada al banquillo, los nuestros no conocen la derrota y lograron la clasificación para el Mundial de Rusia que se disputará el próximo año con un bagaje envidiable. Tiene cantera el técnico guipuzcoano. La sub-21 se proclamó el pasado mes de junio subcampeona de Europa en Polonia dejando claro que la saga de jóvenes futbolistas promete. Y siguiendo con el fútbol, hay que mencionar al Real Madrid dirigido por Zinedine Zidane, que logró su segunda Champions League consecutiva, algo que ningún equipo hasta la fecha había logrado desde que la competición adquirió el actual formato.


También merece una mención especial Marc Márquez, que recientemente logró en Valencia su cuarto título de campeón del mundo de Moto GP. Este chico va tan rápido que a nadie le podría extrañar si dentro de unos años estamos hablando del piloto más laureado de la historia. El tiempo lo dirá, pero su eterna sonrisa delata la confianza que tiene en sí mismo y lo mucho que le gusta lo que hace, un factor fundamental para afrontar cualquier reto en la vida. El mundo del motociclismo lleva años acostumbrándonos a grandes éxitos, y además de Márquez hay que destacar al jovencísimo mallorquín Joan Mir, que logró en octubre proclamarse por primera vez campeón del mundo de Moto3.


Este 2017 también ha sido el de Sergio García, quien por fin logró coronarse en Augusta como el gran golfista que es saliendo del campo luciendo orgulloso su primera chaqueta verde y recordando, en otro gesto que le honra, a su mentor Severiano Ballesteros. En esta disciplina también se ha consolidado entre los grandes John Rahm. Nacido en Barrika, Guipúzcoa, hace 22 años, es una de las sensaciones del circuito y es probable que el próximo año lo veamos levantar algún trofeo importante si las lesiones le respetan y le acompaña esa pizca de suerte siempre necesaria.


Pero si hay algo de lo que debamos estar orgullosos y satisfechos en este 2017 es de la explosión del deporte femenino. Indudables son los triunfos a los que ya nos tienen acostumbrados Carolina Marín, bicampeona mundial y oro olímpico en bádminton, la colosal Mireia Belmonte, mejor nadadora de la historia de España, y Garbiñe Muguruza, primera española en ganar Roland Garros y Wimbledon. Pero hay más. Por equipos las nuestras están demostrando que tienen un potencial de primer nivel. La pasión de las jugadoras españolas de baloncesto no tiene límites y este verano lograron su tercer Eurobasket. El oro obtenido en Praga es la 12ª medalla en 54 años de historia, la octava en los nueve últimos europeos y la quinta consecutiva en todas las competiciones. Un recorrido memorable de un equipo legendario cuyas integrantes desconozco dónde guardan tantos metales.


Miremos hacia donde miremos está claro que la imagen del deporte español sigue siendo inmaculada gracias a todos los que enarbolan unos valores y unas conductas que son espejo a imitar por los más jóvenes, esos por los que debemos velar y a quienes tratamos de dejar un mundo mejor.
















Ramiro Fernández Alonso
Psicoesteta

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