jueves, 20 de abril de 2017

Oviedo, todo cambios menos uno. El carácter hospitalario que la ciudad mantiene a pesar del paso del tiempo

Periódico La Nueva España, publicado el 10.04.2017


En los últimos días, tras recibir el galardón "Ovetense del Año 2016", han sido varios los clientes y amigos que me han preguntado sobre cómo ha cambiado la ciudad desde mi llegada, en el año 1965, hasta hoy. Es difícil resumir en una conversación de unos minutos, o en estas líneas, cuál es mi punto de vista al respecto y quizá por ello les respondí: ¡en todo! Sin embargo, en esos momentos de sosiego que busco a diario para reflexionar y dejar volar la inspiración supe que estaba equivocado. Hay algo que, a pesar del paso del tiempo, no ha cambiado en absoluto.

Llegué a la capital en 1965 para terminar el servicio militar obligatorio que había comenzado en el Centro de Instrucción de Reclutas del Ferral del Bernesga, en León, y previo paso fugaz por Intendencia en Valladolid a las órdenes del capitán don Germán Casares Vega. Mi primera impresión es que Oviedo era una ciudad eminentemente universitaria y comercial y que la programación cultural no hacía justicia al ambiente docto y señorial que emanaba en muchos rincones. Ópera, cine y fútbol los domingos. Poco más. Tenía la sensación de que los ovetenses seguían dormitando la siesta clariniana soñando con su pasado regio o estuvieran presionados por los tonos grises y negruzcos del hollín bélico que aún manchaba las fachadas.

De aquello sólo quedan recuerdos. Oviedo, en particular, y Asturias, en general, han experimentado una brillante transformación que comenzó en las últimas décadas del siglo pasado; inercia que se consolidó con el comienzo del nuevo milenio y que hoy sigue imparable a pesar de los frenos que algunos tratan de activar por intereses que no vienen al caso. Es como si del blanco y negro televisivo hubiéramos pasado al color cinematográfico, como si nos hubiéramos despertado de aquella siesta con un deseo de vivir ilusionante, activo y vibrante.

Oviedo puede presumir ahora de una oferta cultural plagada de actividades. El ruido del viejo tranvía desapareció por completo el 2 de septiembre de 1956, fecha en la que circuló por última vez, y no fue sustituido por el de los coches. Oviedo es una ciudad para los ciudadanos, para los peatones, para pasearla y disfrutarla, para contemplar las fachadas y ver en muchas de ellas el legado de la historia.


A esa transformación estética, cultural y vanguardista se sumaron infinidad de iniciativas impulsadas por vecinos de la ciudad que, entre todos, han hecho de Oviedo un lugar que atrae cada año a miles y miles de visitantes. Quizá, si hay que destacar alguna, esa sea la ceremonia de entrega de los ahora Premios "Princesa de Asturias". Unos galardones que convierten a Oviedo en la capital mundial de la cultura, de la ciencia, del arte, de la concordia, de las humanidades y de la libertad. Al menos durante unos días al año, Oviedo es el foco de atracción informativa y su imagen da la vuelta al mundo exportando los mejores valores humanos y sociales.


Oviedo es hoy una ciudad abierta, moderna y cosmopolita pero, como decía al principio, hay algo que no ha cambiado desde aquel 1965. La ciudad y sus ciudadanos, Oviedo y los ovetenses, siguen siendo igual de hospitalarios y acogedores. Cualquiera que llegue por vez primera se sentirá como en casa, arropado como si siempre hubiera estado aquí. Eso es algo que se mantiene con el paso del tiempo, como costumbre de generación en generación, como idiosincrasia del ADN de los ovetenses, como seña de identidad de unos vecinos que no olvidan su pasado pero que miran al futuro con la confianza de hacerlo en una tierra que evoluciona sin descanso y con un rumbo esperanzador.









Ramiro Fernández Alonso
Psicoesteta



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