lunes, 14 de noviembre de 2016

La gran fiesta de la cultura. La relevancia y repercusión de los Premios



"La gran fiesta de la cultura". Así definió el Rey Felipe VI la ceremonia de entrega de los premios "Princesa de Asturias" durante su discurso del pasado año en el Teatro Campoamor. Oviedo y Asturias vuelven a concitar la atención de medio mundo con motivo del reconocimiento y distinción de quienes son portadores de atributos como el progreso, el trabajo, la excelencia o el compromiso.


Los valores más nobles del ser humano encuentran en esta cita anual el mejor espejo para reforzar el compromiso de que un mundo mejor es posible. Los galardonados, en ese afán por descubrir, crear o imaginar constatan que es deber conjunto tener esperanza en el futuro a pesar de los grandes desafíos a los que se enfrenta la humanidad. Este año han recogido el premio Núria Espert (Artes), James Nachtwey (Comunicación y Humanidades), Mary Beard (Ciencias Sociales), Hugh Herr (Investigación Científica y Técnica), Javier Gómez Noya (Deportes), Richard Ford (Letras), la Convención de la ONU para el cambio climático y el Acuerdo de París (Cooperación Internacional) y Aldeas Infantiles SOS (Concordia) y a todos ellos les dedico mi más sincera felicitación.


Año tras año, en Oviedo se reafirma una alianza por alcanzar un desarrollo más justo y equitativo. Humildad, generosidad, justicia, paz, tolerancia, respeto y confianza son algunos de los méritos que vuelven a encarnar los galardonados en esta nueva edición de la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias.


De Núria Espert se ha destacado que representa la recuperación y continuidad de la gran tradición del teatro español siendo una eminente figura de la escena mundial; del reportero gráfico James Nachtwey que ha sido testigo del sufrimiento humano cubriendo una treintena de conflictos bélicos y crisis humanitarias sin abdicar de los principios éticos del informador; de la catedrática Mary Beard, su capacidad para integrar el legado del mundo clásico en nuestra experiencia del presente; del investigador Hugh Herr, líder mundial de la biónica, sus aportaciones que permitirán mejorar la calidad de vida de millones de personas; del triatleta Javier Gómez Noya, su incontestable y brillante palmarés; del escritor Richard Ford, la emoción de sus relatos; del Acuerdo de París, su importancia como proyecto de futuro para ayudar a todos los países del mundo a avanzar juntos hacia un modelo más limpio y sostenible, y de Aldeas Infantiles, su contribución durante más de setenta años a la protección de niños en todo el planeta.


Asturias y todos los asturianos y la Fundación Princesa de Asturias y todos cuantos trabajan en ella apreciamos el esfuerzo de quienes ayudan de una u otra manera a construir un entorno mejor. Estos galardones que traspasan fronteras son el mejor reconocimiento a su encomiable labor y se enmarcan dentro de una ceremonia organizada siempre de forma brillante y profesional, proyectando una imagen inmaculada de una tierra que presume de ser su escenario.


La gran fiesta de la cultura muestra Asturias en todo su esplendor durante unos días en los que acogemos a las más ilustres personalidades y entidades que nos trasladan un mensaje de esperanza. Sin duda alguna es un orgullo tener la oportunidad de recibirles, homenajearles y darles cada año la bienvenida a nuestra tierra, a su casa.






Ramiro Fernández Alonso
Psicoesteta






PELUQUERÍA PSICOESTÉTICA RAMIRO
Arquitecto Reguera, 11
33004 Oviedo
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lunes, 17 de octubre de 2016

Derbi entre peluqueros




Ramiro Fernández y Diego Chamorro crean tendencia en el fútbol español con sus cortes y peinados en la Roja, el Barça, el Oviedo y el Sporting pese a separarles 47 años

Ramiro Fernández y Diego Chamorro representan la experiencia y la frescura de la peluquería masculina y crean tendencia con sus cortes, técnicas y peinados en el fútbol español. El primero en La Roja y el segundo en las filas del Oviedo y el Sporting, además de algún que otro azulgrana. Pese a que les separan 47 años de edad y su estilo en el vestir es completamente opuesto, la innovación estética y la marca Oviedo es su denominador común. Ambos profesionales admiran el trabajo mutuo y son los autores de complicados diseños capilares, pero hasta la llamada de LA NUEVA ESPAÑA no se conocían personalmente.

"Eres muy bueno, aunque no debes relajarte. El camino es largo", dice un Ramiro afeitado y con corte de pelo clásico como su traje de chaqueta de rayas, camisa blanca y sin corbata. "A ver si me llevas contigo a peinar a la selección. ¿No necesitas un oficial?", le responde Diego, que es un chaval de barba, pelo desmechado y camiseta por fuera del vaquero, cadena metálica y zapatillas deportivas. Se estrechan la mano y sacan sus armas de trabajo diarias. Tijeras, peines y maquinillas casi idénticas, al contrario que su clientela, con nombres de jugadores diferentes. Iker Casillas o Sergio Ramos para uno. Y Michu o Nacho Cases para otro.

Ramiro viaja desde hace 25 años con La Roja para dejarla impecable. De hecho, estuvo con el combinado de Lopetegui en los partidos disputados en Italia y Albania. "Soy el último romántico de la peluquería masculina en este país". A sus 73 años y en plena celebración de las bodas de oro como peluquero asentado en la capital asturiana -en la calle Arquitecto Reguera desde 1984- la definición preferida de sí mismo es psicoesteta. "Aunque se han reído mucho de mí por eso", matiza.


Diego, conocido como Chamorro, explica que la barbería le ganó el partido al fútbol. Y es que dio patadas al balón a nivel profesional antes de coger las tijeras. Se formó en el Astur, estuvo en el Sporting B, en el Urraca, en el filial del Oviedo y en el primer equipo azul. "Un domingo jugué mi último partido y el lunes abrí la barbería". De eso hace dos años y por su local del paseo de La Florida, "Barber Shop", ahora pasan los jugadores del Oviedo y el Sporting. Además, en septiembre le llamaron los azulgranas Rafinha y Neymar horas antes de saltar al Molinón. Fue al hotel de concentración para arreglarles el corte. Muy apurado. En especial a Rafinha, al que Neymar le había hecho "un estropicio" con la maquinilla eléctrica.


Hablan de todo. Desde los mejores peines pasando por afeitados con navaja y dibujos geométricos, hasta peculiaridades de la clientela. "Si un hombre dice que le da igual perder pelo o quedarse calvo, miente", afirma Ramiro. "Por supuesto", replica Diego. Los dos creen que tienen alma de psicólogos por aquello de saber lo que le pasa por la cabeza al que cortan el pelo y encontrar el "look" que mejor le defina. "Por ejemplo, cuando yo le arreglo el pelo a Pujol parece que no ha pasado por la peluquería, pero eso es lo que le va. Sería impensable cortarle la melena. Los mechones deben llegarle hasta debajo de la nariz. Perdería fuerza", insiste Ramiro, que defiende a capa y espada y gran solemnidad que la obligación de un peluquero es saber de psicología, dermatología, química ("Si no tenemos cuidado podemos dañar los ojos del cliente con los tintes"), dibujo artístico, nutricosmética, idiomas ("No puede uno quedarse callado en el extranjero") y redes sociales. Le encantan los ejemplos. "Mira, no puedo dejar que Sergio Ramos se eche las cremas que le compra su novia. Tiene que tener en cuenta su ph, las veces que se lava al día el cuero cabelludo o la calidad del pelo, entre otras cosas".

"Oye, me tienes que regalar un libro de los tuyos. Tu biografía". A Chamorro se le cumple el deseo porque Ramiro saca el libro de su bolsa. "Venga, te lo dedico". Ambos acuerdan ir a arreglarse el pelo a la casa del otro. Y es que, ¿quién se lo corta a ellos? Aseguran que confían en sus colaboradores porque trabajan con ellos codo con codo, pero una promesa es una promesa.


E. VÉLEZ 17.10.2016 Periódico La Nueva España

miércoles, 12 de octubre de 2016

Cincuenta años agradecido a Oviedo




Han pasado 50 años desde aquel 6 de octubre de 1966, cuando abrí la puerta por primera vez de la peluquería situada en la plaza Juan XXIII. Fue un día especial, inolvidable. Acababa de licenciarme del servicio militar en el Gobierno Militar y tenía que empezar a volar por mi cuenta, tras dejar atrás mi infancia en la aldea de San Miguel de Nembra, en el concejo de Aller, y unos años de estudio en Balmaseda (Vizcaya). Antes ya había trabajado ayudando a mi hermano en la barbería que regentaba en el puerto de El Musel y había aprendido técnicas y destrezas propias del oficio en una peluquería de Gijón.


Mucho han cambiado las cosas desde entonces. La renta de aquel local era de 2.600 pesetas al mes y un corte de pelo y afeitado costaban 20 (hoy, en euros y sumándole el IVA, serían unos quince céntimos). Los inicios, como siempre, fueron muy duros y complicados, pero, a base de esfuerzo, trabajo y dedicación, poco a poco fuimos saliendo adelante. Escribo en plural porque para poder alcanzar el medio siglo de historia empresarial en Oviedo ha sido fundamental el apoyo de todas las personas que a lo largo de todo este tiempo han trabajado conmigo. Me refiero a los 138 colaboradores que han pasado por mi salón, de los que 128 están triunfando en sus respectivas peluquerías y los otros diez siguen conmigo.

 Entre todos construimos unos pilares que atrajeron vuestra atención. Sois vosotros (nuestros clientes) quienes nos habéis dado alas para que día a día floreciera entre nosotros esa inquietud, esfuerzo, imaginación y arte necesarios para ofrecer un servicio impecable y una atención a la altura de lo que demanda una sociedad culta y preocupada siempre por su imagen como la ovetense y la asturiana.

Este medio siglo de historia ha estado marcado por la evolución y los múltiples procesos de transición económica, tecnológica, política y cultural que nos ha tocado vivir y en los que ha sido y sigue siendo preciso descubrir nuevos horizontes y trazar rutas desconocidas para capear el tormentoso mar de la globalización.


Hoy, cincuenta años después de aquel primer día, seguimos tratando de estar al lado de todos vosotros para que vuestros proyectos de realización personal y esa búsqueda de la felicidad se reflejen en vuestra imagen psicoestética. El deseo es el mismo: que todos los rostros irradien los más nobles ideales que los guían. Como dice un proverbio chino: "Si hay luz en el alma, habrá belleza en la persona".

En vuestro semblante veo afecto y consideración. Constato y agradezco lo mucho que he recibido, sin duda, el mejor tratamiento rejuvenecedor que podré tener nunca, y por eso siempre se verán mis ojos brillantes de ilusión, profundos de razonamientos y con la vivacidad necesaria para afrontar los nuevos retos que mi equipo y yo siempre mantenemos activos. Atrás dejamos años de esfuerzos e historias y por delante tenemos un camino lleno de aventuras. Ojalá podamos seguir contando con vuestra compañía.

Artículo publicado en el periódico La Nueva España, 9 de Octubre del 2016







Ramiro Fernández Alonso
Psicoesteta





miércoles, 28 de septiembre de 2016

Gracias, Gijón


Gracias es una palabra corta y fácil de pronunciar que conlleva mucho significado y un potencial muy poderoso aunque lamentablemente muchas veces nos olvidemos de su existencia. Llevo varias noches desvelado tratando de encontrar las mejores palabras para dar las gracias a Gijón y a todos los gijoneses. El próximo día 30 clausuraremos en la sala de exposiciones de la Caja Rural de Gijón, en la calle Álvaro de Albornoz esquina con Paseo de la Infancia, frente a los antiguos juzgados, la muestra "Psicoestética... mente hablando. 55 años de profesión".

Atrás queda el 17 de agosto, en plena Feria de Muestras, cuando la inauguramos. Aquel día estuve acompañado de muchos y muy buenos amigos que se convirtieron en los mejores embajadores de una exposición con la que pretendemos dar a conocer la historia de la barbería, uno de los oficios más antiguos de la humanidad, con un recorrido ameno, histórico e interesante que incluye objetos desde el siglo XVII hasta el XXI, caricaturas, viñetas y obras de arte.

Ha transcurrido un mes desde aquella fecha y no quería dejar pasar la oportunidad de agradecer a todos cuantos habéis pasado a visitarla y de animaros a quienes aún no habéis tenido la oportunidad.


Foto de Marco Vega- http://www.photolounge.es/

Agradecer es dar las gracias para siempre. Cuando reconocemos un favor que nos han hecho y damos las gracias establecemos un vínculo, un lazo que se mantendrá hasta que podamos corresponder o incluso, habiendo correspondido, conservar el sentimiento de forma perenne. Esto es precisamente lo que pretendo con estas líneas, dedicadas no sólo a los visitantes a la muestra sino también a la Caja Rural de Gijón y al Ayuntamiento, artífices de que pudiera ser posible y, como siempre, a mi magnífico equipo de colaboradores que me animan y empujan a diario a superar nuevos desafíos.


Foto de Marco Vega- http://www.photolounge.es/

Hay quien defiende que vivimos en una sociedad en la que hay el convencimiento, la creencia, de que "somos sujetos de derecho" y, por tanto, nos lo merecemos y tenemos derecho a todo, tanto en lo personal como en lo profesional, lo que implica que no tenemos nada que agradecer. Es como si todo lo que los demás hacen por nosotros fuera su obligación, lo damos por supuesto y, por tanto, no hay nada que agradecer ni nadie a quien agradecer. Somos indiferentes al esfuerzo, a los detalles o la generosidad de los demás.

A mi juicio es un error. Yo defiendo que necesitamos despertarnos con el agradecimiento en la boca. La gratitud nos permite establecer vínculos sanos y poderosos entre todos nosotros. De hecho, agradecer es recordar y sin duda alguna estos días en Gijón, la ciudad donde me inicié en el oficio cuando apenas tenía 15 años, quedarán para siempre en mi memoria.

Artículo publicado en el periódico la Nueva España






Ramiro Fernández Alonso
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miércoles, 31 de agosto de 2016

Ronaldo, Griezmann y Bale, el brillo de tres estilos




Cristiano Ronaldo fue coronado hace unos días como el mejor jugador de la UEFA de la temporada 2015-2016 por delante de su compañero de equipo Gareth Bale y del francés Antoine Griezmann. Es la segunda vez que el portugués se alza con este galardón, que empezó a concederse en el año 2011. La gala tuvo lugar en el Foro Grimaldi de Mónaco, un acto más social que deportivo y en el que no faltaron la alfombra roja ni los flashes de los fotógrafos que inmortalizaron el estilo de las tres principales figuras del año futbolístico. En Mónaco no corre el balón, pero sí los cotilleos. Sin olvidar aquel traje de lunares que escogió Messi para recoger el "Balón de Oro", este año si alguien acaparó la atención fue Griezmann por lucir unas zapatillas brillantes y un pantalón pitillo de corte pescador.


Cristiano Ronaldo. "Ha sido la mejor temporada de mi carrera", reconoció el propio jugador del Real Madrid. No es para menos, ganó la Champions con su club marcando el penalti decisivo de la final y siendo el máximo anotador del torneo, y lideró a la selección de Portugal, que se alzó por primera vez en su historia con la Eurocopa. En Mónaco fue coronado como mejor futbolista de la UEFA de la pasada temporada y el portugués volvió a demostrar que sigue siendo un rey del estilismo. Traje de caballero impecable, corbata sobria y elegante, brillantes en ambos lóbulos y ese cuidado peinado, rasurado por los parietales y de punta en la parte central de la cabellera. Sin duda, un adonis del siglo XXI a quien imitan e idolatran millones de jóvenes de todo el mundo.


Antoine Griezmann. En lo deportivo le faltó la guinda para redondear una temporada de ensueño que le ha catapultado a ser considerado uno de los delanteros "top" del Viejo Continente. Disputó la final de la Champions con su club, el Atlético de Madrid, y la final de la Eurocopa con su selección, Francia. En la elección a mejor jugador de la UEFA 2016 también quedó relegado a la segunda posición, pero si en algo fue el número uno en la gala de Mónaco fue en estilo. El francés lució un traje de pantalón pesquero y unas zapatillas deportivas de la marca Gucci de purpurina con tribanda y tachuelas. A pesar de que a muchos no les gustó, Griezmann volvió a acertar: sobrio, joven, moderno y actual. Es la nueva imagen del fútbol francés y a nadie se le escapa que París es una de las cunas de la moda. Griezmann se abre a los nuevos cánones que han relegado al vestir clásico y que combina a la perfección con ese peinado sencillo de raya a un lado poco marcada y ese bigote de dos días tan típico de nuestros vecinos.


Gareth Bale. Quizás haya sido el año de su reencarnación futbolística. Cuestionado por algunos desde su llegada al Real Madrid, el galés ha vuelto a ser el jugador importante que deslumbró en su etapa en los "Spurs" de Londres. Prueba de ello es que se ha subido al podio de los tres mejores jugadores de la UEFA 2016. Bale llegó a Mónaco luciendo un traje clásico y como complementos su inseparable reloj y un pisacorbatas, un artículo elegante que está cayendo en desuso entre los jóvenes. Al galés le gusta cuidar su estilo. Hace años, concretamente en 2012, llegó a recurrir a la otoplastia para corregir sus orejas de soplillo. A partir de aquella fecha ha cambiado de peinado en numerosas ocasiones, pero desde hace dos temporadas se ha sumado a la nueva tendencia en el cabello del hombre: el moño. Este estilo ha calado de tal manera entre los caballeros que en Estados Unidos lo han bautizado como "mun", un término que combina las palabras "man" (en inglés, hombre) y "bun" (moño). Si bien es cierto que los rasgos faciales de Bale no son los más afortunados, lo compensa con un pelo cuidado que denota madurez y modernidad y acapara la atención de quienes fijan la mirada en su rostro.


Artículo aparecido en el periódico La Nueva España el 29.08.2016






Ramiro Fernández Alonso
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martes, 12 de julio de 2016

Cuando dar las gracias es insuficiente




Alguien dijo que mientras el río corra, los árboles proyecten sombra y en el cielo brillen estrellas, debe durar la memoria del beneficio recibido en la mente del hombre agradecido. Nunca llega uno a imaginar la cantidad de personas que le rodean, apoyan, animan y acompañan aunque salte a la vista en el día a día que no son pocas. El pasado 26 de junio se echó la persiana a la exposición "La barbería. Historia de un oficio" con la que se conmemoran mis cincuenta años establecido en Oviedo.


Detrás de esta muestra hubo muchas horas de trabajo, esfuerzo y dedicación, pero viendo los resultados de asistencia a la sala de Trascorrales y los comentarios recibidos está claro que merecieron la pena. El camino no fue fácil pero la experiencia ganada es invaluable. Con estas líneas quiero expresar mi más profundo agradecimiento a todos los que pasaron a visitar la exposición durante los veinticuatro días en los que estuvo abierta al público. Es tremendamente gratificante saber que el contenido de la muestra llamó la atención de tantas y tantas personas.

Mención especial merece el Ayuntamiento de Oviedo por brindarnos la oportunidad de montarla en la sala de Trascorrales, sin lugar a dudas, un lugar único de la ciudad. También el personal que incansablemente se ocupó de velar con mimo por el correcto funcionamiento de todo. Si la exposición ha sido un éxito se debe, en gran medida, a ellos.

Entre "bambalinas", antes y durante, siempre han estado Luis Antonio Suárez, el director artístico de la exposición, y el diseñador gráfico Marco Morán. Ambos supieron entender como nadie la idea que tenía en la cabeza y lograron plasmarla con acierto pleno en las diferentes áreas que componían el proyecto.

Nunca puedo dejar de citar a mi excelente equipo de colaboradores. Son el mejor trampolín que me impulsa a mirar hacia adelante y embarcarme en aventuras como esta y el mejor respaldo que me permite actuar sin miedo a caerme. Tampoco a mis compañeros de profesión, esos que arañaron parte de su valioso tiempo para visitar la exposición y conocer de primera mano lo que durante tantos meses les había desvelado que quería hacer para seguir dignificando nuestro maravilloso oficio.



Confío y espero que cuantos pasaron por la antigua plaza del pescado hayan aprendido algo nuevo y se hayan llevado un recuerdo agradable. En mi caso, la emoción de escuchar y leer felicitaciones quedará grabada para siempre en mi memoria. Esos reconocimientos me honran tanto en lo personal como en lo profesional. Un simple gracias es insuficiente para agradecer sincera y completamente las muestras de cariño recibidas. Nunca alcanza uno la veteranía necesaria para saber controlar emociones y encontrar las palabras precisas a pesar de que lleve más de medio siglo trabajando en la búsqueda de la belleza.

Periódico La Nueva España - Cartas de los lectores -






Ramiro Fernández Alonso
Psicoesteta




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lunes, 18 de abril de 2016

Obsesión por estar guapos. El imparable interés del hombre por cuidar su imagen

A mediados del siglo pasado un miembro de la Cámara de los Comunes asombró al Parlamento y al pueblo de Gran Bretaña declarando que la nación inglesa gastaba una suma de dinero mucho más importante en lociones para el cabello que en la flota del país.

Con aquella afirmación indicaba de un modo muy gráfico el interés creciente que la gente siente por su propio cabello, tendencia que ha conquistado a hombres y mujeres de todo el planeta. Su intervención sólo fue el preludio de lo que estamos viviendo a día de hoy.

Sumergidos en un mundo donde cada vez se presta más atención al aspecto físico y a la imagen, el público masculino, hasta hace poco retraído de modas, se ha concienciado de la importancia que tiene su apariencia y busca algo más que un cuidado rápido después del afeitado o ir a la peluquería cada cierto tiempo. Recordando las palabras de Tomás de Aquino: "Quae visa place", es decir, todo lo que agrada a la vista es bello.

Hombres de negocios, empresarios, altos ejecutivos y, sobre todo, los jóvenes, quieren tener buen aspecto, sentirse lo mejor posible e impresionar con una imagen impecable. Sin perder un ápice su condición masculina, los varones se cuidan más, quieren gustar y gustarse, trabajan su piel y su cuerpo y miman su cabello para ofrecer un perfil atractivo y actual.


Estudios recientes destacan que las ventas de productos cosméticos masculinos han crecido un 76 por ciento en los últimos cinco años, una realidad incontestable a pesar de la crisis económica que estamos viviendo. Además de la comparativa del representante de la Cámara de los Comunes -realizada hace muchos años- la demanda de productos que combaten los signos de fatiga, estrés y edad ha aumentado, en parte, por la presencia habitual en medios de comunicación de celebridades prescriptoras que ha potenciado aún más esta tendencia. No extraña que los españoles reconozcan que pasan entre cinco y diez minutos diarios delante del espejo. ¿Se imaginan a algún político español exponiendo estos datos en el Parlamento? Hoy en día, nadie discute el poder de la imagen y la inversión que hacen los hombres en su cuidado personal. Como señalaba el profesor Carles Muñoz Espinalt: "nosotros no somos solamente lo que somos sino lo que aparentamos ser", una frase que incluí en mi último libro "Cómo triunfar en la era de la imagen. Claves psicoésteticas para el siglo XXI", en el que después de muchos meses de trabajo plasmé lo que es para mí la imagen en todos los aspectos de la vida.


Es cierto que aún persisten prejuicios heredados de un machismo trasnochado que ejercen de barrera en el consumo de cremas, geles, lociones y champús pero la evolución de la sociedad en su conjunto, cada vez más permisiva y abierta, ha provocado que los hombres rompan ataduras, se preocupen por su aspecto y busquen una imagen que les ayude a lograr el éxito personal y profesional. Hace tiempo que defiendo que el cambio cultural es un hecho. Ya no es raro escuchar a hombres hablando de su estética en reuniones con amigos o en la misma oficina. Atrás quedó el metrosexual hedonista que se puso de moda en la década de los noventa y principios de siglo.


Cada mañana nos levantamos con miles de cambios y cada días estos se producen con una mayor rapidez. Las rutinas y el conformismo son fórmulas del pasado. La innovación y la creatividad son ingredientes irrenunciables, como el dejar a un lado el pensamiento erróneo de creer que ya está todo inventado.

Al varón de hoy le gusta cuidarse y se ha alejado de tabúes. Por suerte, el uso de la cosmética masculina es un hábito y promete seguir creciendo, quizá supere al gasto del país en su flota, pero es que en el siglo XXI impera más la imagen personal que otra cosa.

(Artículo publicado en el periódico La Nueva España, 16.04.2016)





Ramiro Fernández Alonso
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miércoles, 30 de marzo de 2016

Mitos sobre la calvicie, desde Aristóteles hasta el siglo XXI



Hubo un poeta que escribió hace unos años: "el cabello de la mujer es su corona de gloria". No recuerdo su nombre ni el del título del libro donde leí aquella frase pero la he empleado cientos de veces cuando algún cliente consulta alarmado por remedios para frenar la caída del pelo y uno quiere quitarle hierro a su tragedia.



Para la inmensa mayoría de los mortales, perder el cabello es un drama personal. La imagen de un peine lleno de pelos asusta. Desde tiempos inmemoriales existen fórmulas milagrosas para remediar ese fenómeno pero jamás han funcionado. Sobre el pelo existen tantas preguntas como leyendas urbanas. Cuando alguien solicita información sobre el cabello se ve perdido en un inmenso laberinto de teorías contradictorias, frases aparentemente lógicas y afirmaciones de pretendida sabiduría alejadas de cualquier base científica.
La mayor parte de las creencias populares acerca del pelo tiene su origen comercial y sólo sirven para fines comerciales. Se calcula que cien millones de personas de todo el mundo pierden diariamente tal cantidad de cabello que están abocadas a la calvicie. Son un gran negocio al que le han echado el ojo cientos de 'expertos' y que han dado lugar a un saber popular que establece creencias acerca de casi todo.
Muchos gremios han contribuido a acentuar determinados mitos sobre el pelo. Sin ir más lejos, aún hoy existen barberos que defienden que afeitando el cabello este crece más robusto. Permítanme una comparación. Desde hace miles de años las ovejas son esquiladas con regularidad con el objetivo de proporcionar recursos a una industria en beneficio propio y de la sociedad en general y, sin embargo, continúan produciendo la misma cantidad de lana.
También determinados fabricantes de sombreros reconvertidos en especialistas del pelo atestiguan que la costumbre de ir con la cabeza descubierta es un crimen contra el cuero cabelludo porque los rayos actínicos del sol son los causantes de la calvicie.


Los 'especialistas' en curar el cabello se extravían todos los días a causa de semejantes superficialidades. Aristóteles, uno de los filósofos más notables de todos los tiempos y gran estudiante de ciencias naturales, examinó los dientes de su patrona y observó que eran veintiocho y no se le había caído ninguno. Luego contó los de varios varones en las mismas circunstancias y encontró treinta y dos. En vista de su hallazgo se apresuró a rubricar que las mujeres tenían cuatro muelas menos que los hombres, una afirmación que fue dada por válida durante varios siglos hasta que alguien se tomó un tiempo en hacer lo mismo y darse cuenta que a la patrona de Aristóteles le faltaban las muelas del juicio. Si el gran filósofo fue capaz de equivocarse en un asunto tan evidente, no podemos mostrarnos rigurosos -y menos aún, yo- con otras personas de menor talento intelectual.



A pesar de las múltiples teorías y milagros, puedo decir que en mis cincuenta y seis años de profesión jamás he visto crecer un pelo donde este había desaparecido y hoy por hoy únicamente técnicas como los implantes capilares son eficaces para evitar cabelleras limpias como pistas de patinaje.
La ciencia ha conseguido probar que el cabello es una extensión epitelial de la dermis. Al margen de teorías y fórmulas milagrosas hay verdades absolutas como la relación vital entre el individuo y su producción capilar y, alternativamente, una relación vital entre su cabello y su felicidad.






Ramiro Fernández Alonso
Psicoesteta





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jueves, 18 de febrero de 2016

50 años en la vida de Ramiro Fernández- Revista de la RFEF



Hablar de Ramiro Fernández es hablar de muchas cosas. Yo diría que, como primera de todas, de su
magnífica talla humana, de su bondad y de su generosidad. Para los que solo conocen de sus habilidades en el corte de cabello, corto o largo, transversal o no, como diría ahora algún político cursi, Ramiro es todo un virtuoso de la tijera, un cuidador sumamente esmerado del cabello, un ortodoxo de la estética. Los que han pasado por sus sillones saben que en su casa-museo ovetense no se trata únicamente de cortar y tirar sin esmero, sino que en ella hallarán cuidados extremos, apurar más por aquí para que quede mejor por allá. Un arte. Y a fe que no hay muchos en dicha práctica.
Ramiro Fernández, que ha extremado siempre sus atenciones a los jugadores de la selección española a los que lleva esculpiendo - término usado cuando yo era mozo y tenía un tupé a lo Elvis- el cabello durante décadas, se encuentra enzarzado ahora en la preparación del Museo de sus 50 años de vida, una obra plural fruto de su trabajo durante medio siglo, pero, también, de su búsqueda infatigable de la belleza. No hay en España peluquería que se acerque a las maravillas que Ramiro alberga en la suya, centro neurálgico de la vida ovetense, del Principado y de vecinos de otras tierras dentro y fuera, y en la que se mezclan esculturas y grabados de artistas consumados con utensilios recientes e históricos, combinado todo ello con ese gusto de Ramiro por lo guapo, que diría un asturiano.
El metal y la cerámica, el mármol y la pintura, todo rezuma ese gusto por el arte que un día le llevó a la concejalía de cultura de un Gobierno asturiano. Sin amontonar, sino estratégicamente situadas, un sillón de barbero de un petrolero que atracó en el Musel, un secador del 36, tijeras de las más diversas épocas, brochas de tacto suavísimo, hasta escupideras que se usaban para aliviar a los clientes, cuchillas, peines cortos, largos, semi cortos y semi largos, frascos con lociones refrescantes y de ás “artefactos” para su labor forman parte de ese mundo maravilloso al que se asoman los clientes de Ramiro, embebidos, seguro, de la convicción de que cortarse el pelo puede ser un placer, no un trámite obligado en la vida de cualquiera. Sentarse en sus sillones no es una delicia, es un feliz descanso que en tiempos tan agitados como los que vivimos refresca aún más que sus aromatizados productos post afeitado al mentol.
A Ramiro su mundo le parece el mejor de los mundos porque le ha permitido estar en un oficio que conoce a la perfección, que personalizada extremadamente y que plantea como mucho más que la mayoría de sus colegas, es decir, desde eso que tan pomposamente se llama trato personalizado sin llegar a serlo casi nunca. Ahí está la diferencia y en ello radica el éxito que ha alcanzado en su profesión. Entre sus clientes no ha sido raro, pues, encontrar no solo a decenas de futbolistas internacionales españoles, sino a personajes públicos de enorme calibre en todos los ámbitos. Bush y Gorbachov, entre ellos. Nada, en fin, que pueda sorprendernos.
Parte de sus 50 años de vida, entre ellos recuerdos futbolísticos, quedarán expuestos en el Museo en el que trabajaminuciosamente desde hace años y en el que se recogerá su vinculación profesional con el mundo de la selección española, del balón, en general, y de esta Casa, en particular, proyecto al que nos sumamos, tras haber pasado afortunadamente ya algunas veces por su ágiles manos, sus hábiles tijeras y sus mullidos sillones mientras corta y enseña, advierte a sus chicos, corrige a sus ayudantes y lo riega todo con ese tono inconfundible que le ha hecho un hombre sumamente bondadoso y generoso, y en un profesional de enorme calibre y enormemente respetado.

-Artículo de la Revista de la REAL FEDERACIÓN ESPAÑOLA DE FÚTBOL/ nº197-Enero 2016

http://cdn1.sefutbol.com/sites/default/files/pdf/revista/revista_197.pdf