jueves, 29 de marzo de 2012

El escaparate de la Fórmula Uno entra en escena (1ª PARTE)



 En el circo de la Fórmula Uno la imagen vale tanto o más que un buen motor o la mejor aerodinámica. Ese valor multiplica los ingresos de las escuderías que compiten en el club más selecto del mundo del automovilismo. El 18 de marzo, en Australia, arranca un nuevo Campeonato que a buen seguro volverá a estar cargado de emoción. Los mejores pilotos lucharán por hacerse con el título, cada uno con su destreza a los mandos del volante y con una imagen personal por la que se pelean las grandes firmas. Ramiro Fernández, psicoesteta, analiza el estilismo de los principales espadas del Mundial.




Nuestra misión en psicoestética es aconsejar, asesorar, orientar, sugerir… pero jamás imponer nada. De mutuo acuerdo con el cliente realizamos técnicas distintas a cada caso para favorecer, actualizar y potenciar su imagen personal. Estamos inmersos en la imagocracia, el poder de la imagen que se apodera de casi todo y, la Fórmula Uno es el mejor espejo de estas tendencias actuales. Cuando el próximo 18 de marzo se encienda la luz verde del semáforo del circuito de Albert Park, en Melbourne (Australia), arrancará un nuevo Campeonato del Mundo, una nueva lucha de los mejores pilotos por conquistar el título mundial. Sus peinados, sus gestos, su indumentaria… cientos de flashes harán que sus rostros den la vuelta al planeta. Empieza una carrera por ver quién es el más rápido pero en cuestión de estilo ganan casi todos.



Fernando Alonso.

Desde su debut en la Fórmula Uno -allá por el año 2001- hasta hoy su cambio  de estilo, de peinados y su corte de cabello  han dado un giro espectacular. Una imagen vale más que mil palabras (ver fotos). De su Imagen Personal Atascada (IPA) pasó rápidamente a la Imagen Personal Impulsora (IPI). Su popularidad, como gran campeón, se disparó y ahora innumerables firmas comerciales le eligen como imagen de marca. Sin duda, Fernando Alonso es uno de los deportistas de élite más internacionales del mundo. El cabello es uno de los símbolos de la personalidad humana y Alonso, con esa imagen siempre cuidada, demuestra que cree en sí mismo. Sus patillas estilizan su figura y están acordes a su talla; su incipiente perilla, más conocida como sombra o lunar indio, le singularizan y le dan esa psicoestética aureola de campeonísimo. Un éxito es un fracaso si no se refleja en el semblante del triunfador y Alonso es el mejor espejo del triunfo.




Ramiro Fernández Alonso
Psicoesteta

miércoles, 21 de marzo de 2012

Felicitación de un aficionado agradecido



Reconocimiento al Concurso y Muestra de folclore “Ciudad de Oviedo”


  Llevo dos décadas asistiendo a la Muestra de Folclore “Ciudad de Oviedo” y , como aficionado, quiero felicitar entusiastamente a su alma máter, Carlos Jeannot, y a los patrocinadores: el Ayuntamiento de Oviedo al frente, que durante casi todos estos años apostó por la recuperación del folclore asturiano, y al diario LA NUEVA ESPAÑA, por la divulgación desinteresada y apasionada de esta maravillosa tradición.
  Soy consciente de que las dificultades económicas que todos atravesamos, pero confío plenamente en que tanto el Ayuntamiento, con su nuevo alcalde, Agustín Iglesias Caunedo –muy sensible a estos eventos-, como LA NUEVA ESPAÑA continúen apoyando esta ejemplar Muestra de Folclore “Ciudad de Oviedo”.
  Quiero aprovechar para destacar la brillante labor de todos los que colaboran con Carlos Jeannot para que edición tras edición este certamen sea mejor. Son excelentes profesionales que no suben al escenario ni aparecen en el periódico, pero son merecedores de todo elogio y felicitación porque sin ellos nada sería tan especial. Lógicamente, quiero dar las gracias y agradecer la generosidad de Carlos por brindarnos la posibilidad de disfrutar de la bella y excelente presentadora Esther Fonseca.


  No me olvido de otra pieza fundamental: el jurado. Sé lo que significa y la dificultad que supone ejercer esa tarea porque he sido jurado en varios campeonatos de España y del mundo dentro de mi sector, la peluquería. Estoy convencido de que son conscientes de que las únicas personas que quedan satisfechas con su veredicto son las que ganan. Aún así, todos los integrantes del jurado deben saber que con su sensibilidad, rigor, conocimiento, experiencia, profesionalidad y saber hacer nadie puede reprocharles nada. Enhorabuena a todos ellos.

  Todos vosotros, organizadores, patrocinadores, jurado, participantes y público, habéis moldeado durante estos últimos veinte años la mejor herramienta para revivir las más nobles tradiciones asturianas: la tonada, la gaita, los grupos de baile, los coros, los monólogos, el teatro, la música folk, la celta…
  Habéis conseguido reunir a los más brillantes cantaores de tonada y despertar en muchos jóvenes valores que se están renovando y actualizando, y no sólo en nuestra querida Asturias sino también en León y en Cantabria, cunas de generaciones que vienen pisando muy fuerte.

  Merecen una mención especial por su innegable esfuerzo y dedicación los concursos que también se organizan en Mieres, Rioturbio, Gijón y Avilés, donde año tras año se van superando hitos importantes. Ojalá en mi querido concejo de Aller, los jóvenes se lancen a emular a los Santos Banderas, Román Prieto, Carlitos, Caleya, Tonín de Nembra, Celestino, La Chucha, Juan Luis, Castañón, Requejo, Ataúlfo Lada Camblor, Pepín de la Rumiá, Ricardo Díaz, Apaolaza, Veneranda, Concha y Salvador Vázquez, por citar algunos. La canción allerana es tan difícil de entonar como hermosa de escuchar y observar, con esas “vueltiquinas” aflamencadas que le ponen a uno los pelos de punta.
  
En nombre de todos los espectadores que domingo tras domingo llenan el teatro Filarmónica de Oviedo y de los miles que lo vemos por la noche en la TPA, quiero daros las gracias y felicitaros a todos por hacernos disfrutar cada año de veladas inolvidables.


Ramiro Fernández Alonso
Hijo predilecto de Aller


(Artículo publicado en La Nueva España el 11 de marzo de 2012)

miércoles, 14 de marzo de 2012

Señorías, saneen sus cabezas.




  A favor de la unión de fuerzas y de arrimar el hombro.


  Tenemos a la vista una nueva cita electoral. Los asturianos estamos llamados a las urnas el próximo 25 de marzo; nos toca volver a decidir. En nuestras manos está el futuro de la región, decidir quién nos gobernará, elegir a las personas que tratarán de enderezar el rumbo de una Asturias que no camina precisamente por el mejor sendero.
  No han pasado ni nueve meses desde las últimas elecciones autonómicas de aquel 22 de mayo de 2011. Acabamos de vivir la legislatura más corta de la historia de la democracia de Asturias y el Principado se ha convertido en la primera región no histórica de España que adelanta unas elecciones. Dudoso honor el nuestro, que, sin duda, debemos achacar a la incapacidad de los políticos para alcanzar un acuerdo. La palabra y el diálogo son los grandes instrumentos de la democracia y no han sabido o no han querido  manejarlos. En el momento en que uno tiene la ocasión de hablar es cuando se da cuenta de las muchas o de las pocas cosas que tiene para demostrar. Nuestros políticos, lamentablemente, han dejado patente lo segundo. Para ellos ha sido más fácil apelar a las urnas y meterse de nuevo en gastos millonarios que sentarse a negociar un pacto por la estabilidad, por el crecimiento, por el relanzamiento de una Asturias que lo necesita más que nunca.

  Viendo su fracaso, nosotros, los asturianos, no podemos caer en el mismo error y debemos volver a dar ejemplo. El 25 de marzo tenemos que hacer un ejercicio de responsabilidad y votar. Es nuestro derecho y cada voto será un paso más para ver la luz al final del túnel. No es momento de venganzas ni reproches. Es el momento de generosidad, de arrimar el hombro, de unir fuerzas y esfuerzos, de trabajar intensamente y sin desmayo, todo en mayúsculas. La desmoralización genera desmoralización. Hay que procurar que el principal enemigo de nuestra vida no sea el propio estado de ánimo.
  Los asturianos debemos estar dispuestos a sacrificarnos para lograr un futuro mejor. Lo estamos haciendo y lo vamos a seguir haciendo. Somos un pueblo inteligente, culto, serio, honrado y trabajador, y eso lo sabe todo el mundo. Los propios asturianos, el resto de españoles y otros pueblos allende nuestras fronteras. Es por ello que exigimos a nuestros políticos que reflexionen, que mantengan siempre presentes las dificultades que estamos atravesando en la región y se olviden de intereses partidistas o particulares. Céntrense en Asturias, busquen ideas, dialoguen, usen las herramientas que la democracia ha puesto a su alcance para, entre todos progresar y conquistar un futuro mejor para las generaciones presentes y futuras.

  
 La repetición de las elecciones nos costará 2,5 millones de euros, un costosísimo peaje para una región que acaricia con lija los cien mil parados. Han fracasado, pero los ganadores son los hombres que después de un fracaso vuelven a la lucha, y los fracasados son los que no vuelven a intentar nunca nada más.

  Señorías, saneen sus cabezas, pongan sus manos en el corazón y reflexionen. Querer es poder y sin querer nada se logra. Inténtelo, luchen por Asturias, déjense la piel en tratar de remontar esta difícil situación porque si actúan así tendrán a toda la sociedad asturiana con ustedes. Les necesitamos, no lo olviden.




Ramiro Fernández Alonso
psicoesteta


Artículo publicado en La Nueva España
6 de marzo de 2012

miércoles, 7 de marzo de 2012

Confucio, inventor de la confusión



  Soy muy partidario de la imagen, del cuidado, que no del culto. Me reconozco como un admirador de lo bello y sé que ante el atractivo, nada pueden la armonía o la belleza.


  “Las guapas son tontas”. Miren esa panameña que no sabe quién fue Confucio y que los medios e internet apuntaron con su terrible dedo inquisitivo. Sí, esa muchacha no sabe quién fue Confucio. No tuvo picardía y respondió mal, muy mal. Eso sí, con una absoluta seguridad en sí misma. Fatal error.
  Me gustaría saber cuántos de los que se rieron de esa pobre muchacha saben quién es Confucio. Yo no sé mucho más de cuatro ideas vagas sobre él. Por tanto, no se rieron de su ignorancia, sino de su osada respuesta: “Confucio, inventor de la confusión”.
  Ser guapo, de proporciones armónicas, no va reñido con poseer una amplia cultura o una brillante inteligencia. Ahora bien, ¿cuál fue el error garrafal de esta muchacha panameña? No haber reconocido su natural y lógica ignorancia y responder con ingenio una frase del tipo: “Miren, no sé muy bien quién fue Confucio, pero de lo que sí estoy segura, y en eso convendrán conmigo, es que no inventó la confusión.”
   Esa respuesta hubiera sido recibida con idénticas carcajadas, pero de reconocimiento. Nadie puede exigir a alguien que sea un compendio de conocimientos. Pero todos agradecen la humildad y la gracia.
  La psicoestética fomenta el cuidado y potenciación de los elementos de nuestra expresión que más nos favorezcan. Defiende la seguridad en sí mismo, como fruto de la perfecta combinación de los cuatro elementos que componen la expresividad humana: mirada, habla, gesto y atuendo o indumento.
  A esta joven panameña le falló el habla y a nivel humano, la humildad de saberse ignorante. Y esta combinación de elementos está, por desgracia, muy presente en nuestros días. Hay muchas personas orgullosas de su ignorancia y convencidas en sí mismas. ¿Cuántas veces habrán intentado razonar con un convencido en su ignorancia? Imposible.

  Como peluquero puede decirse que he intentado alcanzar las máximas cotas dentro de mi profesión, pero siempre me he sabido con limitaciones, por eso he buscado el asesoramiento, el apoyo y el conocimiento de otros. Gran parte de mi visión la encontré en el señor Muñoz Espinalt, padre de la psicoestética, pero oigan, ¿creen que yo hace 20 años podría decirle a Carles el poder que tenía la mirada? A mí me tocaba escuchar, ser humilde y aportar mi experiencia cuando ésta enriqueciese al conjunto del debate.
  A día de hoy la ignorancia ya no es un acicate para superarse. Espero, deseo, que la muchacha panameña, después de su atrevimiento, haya tenido el detalle consigo misma de mirar e interesarse por la figura de Confucio. Más que nada para evitar más confuciones.



Ramiro Fernández Alonso
psicoesteta